
Me encanta cuando se acerca la primavera, se alargan las tardes, el frío nos va abandonando y podemos disfrutar de la playa. Jugar con la arena es el juego sensorial por excelencia para niños y niñas de todas las edades y la importancia de estos juegos en su desarrollo sensorial.
Ya os he hablado antes que nos encanta jugar al aire libre ya que considero es clave para la salud y bienestar de los niños. Se fomenta la interacción con el medio ambiente, aprecian elementos que nos encontramos en el día a día (piedras, hojas, palos…), en definitiva, es una manera de que los niños respeten la naturaleza. Jugar con la arena les permite expresarse de forma libre y no estructurada. Pasarse horas haciendo castillos, agujeros donde enterrar algo o enterrarse ellos mismos, crear albóndigas con arena mojada. ¡Son infinitas las formas en las que se divierten y aprenden!
¿Qué beneficios obtienen?
Desarrollo habilidades motoras: Cuando están jugando en la arena, el coger la pala y echar arena en un cubo, agarrar el cubo para dar la vuelta, están fortaleciendo sus músculos y desarrollando sus habilidades motoras más finas. Saltar encima de un castillo favorece habilidades más gruesas. Están descubriendo y aprendiendo a través de sus sentidos.
Desarrolla su creatividad: Este tipo de juegos tan libres, hace que los niños y niñas mediante los juegos de arena se expresen sin ninguna estructura. Su imaginación y creatividad se fomenta con juegos no reglados.
Desarrolla las habilidades sociales: Tanto si estás en la playa o en un arenero de un parque, seguramente tenga oportunidad de desarrollar sus habilidades sociales. La interacción es vital y los niños de esta forma aprenden a esperar turnos, compartir cubos, y expresarse. También esas interacciones pueden surgir con la propia familia o hermanos. Así que tenemos que aprovechar esos momentos para reforzar vocabulario o trabajar relaciones sociales si a tu pequeño le cuesta.
Desarrollo cognitivo: Con muchos juegos en la arena podemos trabajar conceptos matemáticos ( que cubo tiene más arena o cual menos), aprender a escribir su nombre en la arena, hacer formas geométricas, resolución de problemas… forma parte del juego y a la vez su mente está trabajando y aprendiendo, preparándolos para una enseñanza futura.
Desarrollo del sistema inmunológico: Hay estudios que constatan que los niños y niñas que juegan al aire libre, con elementos de la naturaleza (palos, hojas, piedras…) están más sanos que niños criados en entornos cerrados y demasiado higienizados. Un poco de suciedad en sus vidas ayuda en el desarrollo de su sistema inmunológico con lo que son menos vulnerables a enfermedades.
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